Invertir es la mejor forma de utilizar el dinero para sacar un rendimiento. Sin embargo, muchas personas se muestran reticentes por el desconocimiento de los trámites, condiciones y tipos que abarcan. En este artículo, damos respuesta a las principales cuestiones que todo el que esté comenzando en este mundo se puede plantear.
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¿A qué llamamos inversión?
Esta palabra tiene un significado muy amplio, pero trataremos de acotarlo un poco.
- Cantidad de dinero que se dispone en un proyecto con la finalidad de que genere ganancias.
De esta forma, una inversión es una actividad con la que se utiliza una cantidad de dinero para obtener un beneficio futuro. Así, se dedican recursos económicos a la adquisición o creación de activos, produciendo un capital mayor a cambio.
Aunque pueden tener distinta finalidad y naturaleza, todas obedecen a una serie de criterios:
- Deben ser rentables: proporcionan dinero siempre que sean exitosas.
- Tienen un riesgo asociado: aunque este es variable (más adelante detallamos este aspecto).
- Son temporales: tienen un plazo determinado.
De la misma manera, tienen un claro componente temporal. Es decir, se renuncia a disponer de una cantidad de dinero en el presente para recuperarlo en el futuro con ganancias añadidas. Esas ganancias son claramente inciertas, a pesar de que distintos métodos pueden ayudar a calcularlas.
4 variables de inversión:
- Rentabilidad esperada
- Riesgo tolerado
- Horizonte temporal de la inversión
- Facilidad de liquidez de la inversión
¿Cómo funciona una inversión?
Comprender su funcionamiento es muy sencillo, aunque posteriormente dependerá de las circunstancias de cada una. En primer lugar, se destina un capital a un fin concreto, ya sea a la participación en una empresa o a un fondo específico. Después, el dinero asignado a dicho inversión empieza a crecer (en función de su rendimiento).
Los datos relativos a su rentabilidad o los plazos de recepción se establecen antes de comenzar el proceso de inversión. De esta manera, el inversor puede valorar si la relación beneficio – riesgo merece la pena. Cuando el tiempo de espera de los activos ha finalizado, se puede recuperar el dinero proporcionado inicialmente, así como las ganancias.
Dentro de su funcionamiento, hay dos factores que juegan un papel protagonista: los brókeres (profesionales con un amplio conocimiento en el mercado de valores que proporcionan consejos financieros) y las sociedades participativas (que reúnen a distintas personas que destinan capital para una inversión de gran calado).
Tipos de inversión
Delimitar una serie de tipos de inversión no es sencillo, pero sí que podemos aludir a varias clasificaciones.
En primer término, estas son las modalidades más frecuentes según su naturaleza:
- Acciones y participaciones societarias: es la más conocida y se corresponde a las participaciones que se adquieren dentro de un negocio que sale a bolsa.
- Divisas: en términos generales, se trata de comprar una moneda nacional y vender la otra, obteniendo como ganancia la diferencia al cambio entre ambas divisas.
- Materias: incluye las materias primas (agrícolas o ganaderas) y los metales (industriales y preciosos). Dentro de este grupo, el oro es la opción más demandada.
- Inmobiliaria: esta opción abarca las actividades de compraventa o de arrendamiento de propiedades. Se puede hacer individualmente o a través de una sociedad.
Según el titular a quién se destine los fondos, podemos hablar de otra clasificación distinta:
- Públicas: las que realiza el Estado por medio de las distintas administraciones locales, autonómicas y nacionales. Su finalidad no es en sí obtener dinero, sino mejorar las condiciones del sistema público y potenciar las políticas de bienestar.
- Privadas: son llevadas a cabo por empresas o particulares. Responden a un principal objetivo, que no es otro que ganar dinero. Las más frecuentes incluyen la compra de activos o de capital. Se hacen a través de empresas con presencia en el mercado de valores.
Diferencia entre ahorro e inversión
Existe una clara línea que diferencia el ahorro de la inversión. Mientras que el ahorro es una actividad estática, ya que el dinero no sufre ninguna modificación, la inversión es dinámica, puesto que el capital puede crecer. Además, el destino tampoco es común, porque el dinero ahorrado no siempre «abandona» el entorno del titular, pero el invertido sí lo hace, aunque temporalmente.
Cuando invertimos, renunciamos a una cantidad de dinero para recuperarla con ganancias dentro de un tiempo establecido previamente. No obstante, el dinero que se ahorra se mantiene invariable (aunque está sujeto a los cambios de inflación y puede estar siempre disponible o no dependiendo del lugar donde se deposite).
De igual forma, cabe destacar que existe una actividad que se encuentra a medio camino entre el ahorro y la inversión. Se trata de los fondos o planes de pensiones que, aunque deben identificarse como inversiones, también son de plataformas de ahorro. De esta forma, se renuncia temporalmente al dinero para extraerlo cuando hemos llegado a la jubilación.
Diferencias entre inversión a corto y a largo plazo
Ambas denominaciones corresponden a otro sistema de clasificación (como comentábamos anteriormente, hay distintos tipos). En este caso, se diferencian en función del tiempo durante el que se mantienen antes de venderse y recibir ganancias.
Por un lado, encontramos las inversiones a corto plazo. Su duración suele ser inferior a un año, aunque frecuentemente es mucho menor. De esta forma, puede llegar a durar unas horas o, incluso, minutos. Los expertos lo consideran como un método arriesgado, ya que es importante tener conocimientos (o confiar en alguien que los tenga) para realizarla.
Por otro lado, las inversiones a largo plazo abarcan más de 3 años, en la mayoría de los casos. Como en la ocasión previa, esta duración es solo un límite imaginario, ya que pueden mantenerse durante bastantes años antes de ser vendidas. A menudo, se identifican como la opción más estable y la más recomendada para quienes están empezando.
Igualmente, algunos especialistas consideran la existencia de un tercer tipo, que corresponde a las inversiones a medio plazo. Su duración suele variar entre los 1 y 3 años, aunque cada caso puede ser clasificado en alguno de los dos anteriores. Tradicionalmente, se acepta como un término medio en cuanto a ganancias y riesgos.
Cómo se puede invertir mejor el dinero
El mundo de las inversiones está en constante cambio. Cada día aparecen nuevas oportunidades para destinar el capital, con sus distintos riesgos y márgenes de beneficio. Esto hace que no exista la perfecta inversión financiera, pero sí que podemos proporcionar varios consejos para acercarnos.
Según los especialistas, la principal recomendación es diversificar. Durante 2020 vimos como negocios que parecían totalmente estables (por ejemplo, el turismo) caían en picado. Por ello, debemos jugar bien nuestras cartas, apostando por fondos de distinta naturaleza para minimizar el riesgo. Más adelante en este artículo dedicamos una sección exclusiva a esto.
Por otro lado, hay que ser paciente. Especialmente si es a largo plazo, debemos esperar a que el capital genere los ingresos. Sacar el dinero antes de lo requerido hará que lo perdamos y que, en consecuencia, el proceso fracase. Si no estamos seguros de poder estar tanto tiempo sin nuestro capital, será mejor optar por fondos a medio o corto plazo.
De igual forma, quienes estén invirtiendo por primera vez deberían escoger opciones más seguras y rentables. Un buen ejemplo de ello son las plataformas de financiación participativa (PFP), en las que hay una inversión mínima baja (desde 100€) dependiendo el proyecto y sencilla de efectuar, con una regulación que las supervisa y con transparencia en el proceso, ya que toda la información se publica en las páginas web de dichas plataformas. Además, las PFP cuentan con asesores expertos que analizan los proyectos.
Qué son los perfiles de riesgo en una inversión
Conocer este término es fundamental a la hora de hacer una inversión económica, ya que está determinado por la actitud y expectativas del inversor. Clasifica a cada persona según la relación entre el riesgo que está dispuesta a asumir y los beneficios que desea generar. Encontramos, de este modo, tres perfiles:
- Conservador: se identifica con aquellos que muestran predilección por inversiones seguras y poco rentables. Dentro de esta categoría, las inversiones a largo plazo son las más demandadas.
- Moderado: los inversores que muestran este perfil de riesgo suelen optar por fondos más rentables y medianamente seguros. Asumen un riesgo mayor que en el caso anterior y deben tener más conocimientos.
- Agresivo: también conocido como decidido, se trata de personas que están dispuestas a asumir un riesgo mucho mayor a cambio de beneficios muy considerables. Obviamente, esto requiere una mayor cantidad de fondos.
Como avanzábamos antes, cada inversor se encuadra dentro de uno de estos tres perfiles. Pero ¿cómo averiguarlo? Para ello, hay que tener en cuenta tres variables:
- Trayectoria: lo más lógico es que los inversores principiantes se identifiquen como conservadores, aunque hasta cierto punto.
- Tiempo de espera: es el tiempo que el inversor puede estar sin sus ahorros. Esto determinará si puede optar a inversiones a corto o a largo plazo.
- Dinero ahorrado: para configurarse como inversor agresivo es necesario tener guardado un capital al que recurrir si las inversiones salen mal.
Cómo afecta la inflación a la inversión
Antes de analizar esta relación, es importante definir bien el término «inflación». Este fenómeno obedece a lo que, a grandes rasgos, podríamos definir como el valor del dinero. Dicho de otra forma, cuando el nivel de precios de los bienes y servicios de un país se eleva, el dinero pierde valor, produciéndose la inflación.
La principal causa de la inflación es el aumento del precio al que están sujetas las materias primas. Cuando esto sucede, se produce un efecto en cascada que incrementa el valor de todos los productos que derivan de dichas materias. Frecuentemente, este fenómeno tiene lugar en épocas de crisis económicas, políticas o sociales de gran calibre.
Si el mercado de valores es ya de por sí volátil, los períodos de inflación lo hacen bastante inestable. Por ello, el principal efecto de la inflación en las inversiones es que aumenta considerablemente el riesgo asociado. Esto hace que muchas personas esperen a que los fondos vuelvan a estabilizarse, provocando una caída conjunta del sector.
Asimismo, cabe destacar que sus efectos pueden ser radicalmente opuestos según el tipo de inversión. A este respecto, las modalidades a largo plazo pueden verse afectadas positivamente por el aumento de precios, mientras que si son a corto plazo pueden acabar fracasando.
Cómo hacer una inversión de forma segura
Esta es una de las grandes cuestiones de todo inversor y, claramente, no tiene una respuesta unívoca. Lo más importante es esperar al momento preciso. Afortunadamente, el 2021 parece ser la mejor ocasión para invertir, ya que la vacunación frente a la COVID-19 provocará una mejora de la economía extremadamente pronunciada.
Nuestra mejor recomendación es comenzar por fondos rentables y de menor riesgo. Un buen ejemplo son las acciones de la bolsa de valores. De este modo, podemos invertir por medio de una plataforma especializada consultando las estrategias de un especialista y asumiendo un perfil de riesgo conservador o, como mucho, moderado.
Otro de los consejos que podemos dar parte de una de nuestras afirmaciones anteriores: hay que ser pacientes. Dicho esto, las inversiones en materia inmobiliaria son ideales, ya que podemos comprar una propiedad y venderla cuando hayan pasado varios años. Es casi seguro que el precio aumente, produciendo beneficios muy interesantes.
La importancia de la diversificación en la inversión
Anteriormente avanzábamos cómo la diversificación es vital para que las inversiones sean más seguras. En esta sección, vamos a profundizar en este aspecto, proporcionando varios consejos para variar al máximo los fondos en los que depositamos el capital. De esta forma, reduciremos el riesgo sin necesidad de moderar nuestro perfil inversor.
Lo más importante, en primer lugar, es confiar nuestro dinero a distintos sectores económicos. El tejido empresarial es muy amplio, y la economía española está más diversificada de lo que pensamos. Por ello, invertir en negocios dedicados a distintas actividades hará que estemos más protegidos en caso de crisis.
Por el lado contrario, no es recomendable circunscribirse en una única categoría de activos. Lo mejor es ir variando entre fondos de renta fija y variable. No se trata solamente de invertir en numerosos sectores, sino también de escoger varias empresas para hacerlo. Cualquier negocio puede pasar por malas etapas, por lo que es mejor no destinar todo nuestro dinero a uno solo.
Este artículo nos servirá para despejar numerosas dudas sobre la inversión. Durante los últimos años, ha dejado de ser una actividad exclusivamente al alcance de las personas mejor posicionadas sino al fin y al cabo democratizar las inversiones.
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