Los productos financieros que te ayudan a ahorrar no son los mismos que los elegidos para una inversión. Por ello, debes de saber diferenciar estos productos y saber cuáles son los más adecuados para la consecución de tus objetivos.

Diferencia entre el ahorro y la inversión

La primera diferencia entre ahorro e inversión es el destino del dinero. En el ahorro se guarda para disponer de él en el futuro (ya sea cercano o lejano), mientras que en la inversión una parte del dinero se destina a obtener una ganancia extra, ya sea en el corto, medio o largo plazo.

Cuando hablamos de ahorrar no nos referimos a que no gastes todos tus ingresos, sino que intentes reservar una parte de estos para posibles emergencias, satisfacer tus necesidades o para objetivos futuros. 

Una forma de ahorrar puede ser tener el dinero en un fondo de emergencia que no se pueda tocar para invertir, pero este fondo tiene que ser de fácil acceso para cuando se presente la emergencia.

Por otro lado, invertir significa hacer crecer tu dinero, es decir, ponerlo a “trabajar” para conseguir una rentabilidad.

Y es que mantener lo que has ahorrado en una cuenta de ahorro sin más, no te va a permitir que tus ingresos crezcan, pero si por el contrario decides invertir, obtendrás una tasa de retorno que te ayudará a incrementar tu capital. 

Esta parte de dinero destinada a la inversión debería ser la que te sobra después de haber cubierto gastos y reservado una cantidad al ahorro periódico. 

El perfil es un elemento que ayudará a tener aún más claro las diferencias entre ambas modalidades. Por lo que, si unificamos a inversores y ahorradores, establecemos los siguientes niveles de riesgo:

  • Ahorrador: se trata del perfil más conservador. Puesto que renuncia a ganar dinero por su capital evitando riesgos. De ahí que no se vea forzado a elegir un fondo en concreto, pero se ve afectado por la inflación.
  • Conservador: corresponde a las personas que invierten a medio plazo y por debajo de los 5000 euros. Además, tienden a revisar de forma constante el estado de sus finanzas. Es la modalidad más común para quienes están comenzando o, por el contrario, no disponen de gran capital.
  • Moderado: son aquellos inversores que están dispuestos a asumir un riesgo medio y que eligen productos más volátiles. Por lo que disfrutan de una mayor ganancia económica y se consolidan con éxito en el mercado.
  • Arriesgado: es el perfil más extremo, ya que tiende a depositar su dinero en fondos a largo plazo con gran riesgo asociado y con cantidades superiores a los 15000 euros.

 

Distintos objetivos para dos modalidades expuestas al riesgo

El ahorro es una actividad en apariencia libre de riesgos. De ahí que sea clave derribar un mito: de que no es 100 % seguro.

Y a la inversión no se la puede calificar como una actividad arriesgada. Puesto que la economía nunca se detiene y el capital que preservas corre el riesgo de devaluarse por la inflación.

Así que cabe destacar que los propósitos que persiguen los ahorradores y los inversores son distintos.

Objetivos del ahorrador

Quién opta por ahorrar su dinero lo hace por varias razones:

  • Consolidar una posición económica renunciando a mejorarla con la intención de protegerla.
  • Crear una «red» de seguridad para poder utilizar el capital con mayor libertad.
  • Disponer de ese dinero en el futuro para proyectos o imprevistos.

Objetivos del inversor

Además de hacer lo que se conoce como «mover» el dinero, puede tener otras motivaciones:

  • Que su dinero se rentabilice a medio o largo plazo.
  • Poner el capital a salvo de la inflación.
  • Descubrir nuevas oportunidades de negocio.

Ahora que ya han quedado claros los propósitos de ambos. Te hablaremos de cómo valoran la modalidad que han escogido. 

Ahorradores: fondos accesibles y prácticos

Quienes preservan su dinero, no solo buscan un lugar seguro donde almacenarlo, sino que además desean poder acceder a este cuando lo necesiten.

Muchos fondos de ahorro tienen restricciones, pero permiten extraer el capital de forma condicional.

De esta manera, confían en productos financieros muy similares entre sí:

  • Planes de ahorro.
  • Depósitos a plazo.
  • Planes de pensiones.
  • Cuentas bancarias.

Inversores: rentabilidad y negocio

Claro está que ser inversor requiere un cierto dominio de finanzas, aunque es recomendable ser asesorado por profesionales. Lo que más valoran quienes invierten su dinero es la rentabilidad que este puede proporcionarles.

Sus productos financieros son muy distintos y estos son algunos de los más conocidos:

    • Fondos de renta fija / renta variable.
    • Compraventa de acciones.
    • Plataformas de financiación participativa.
    • Productos derivados.

El triángulo de la microeconomía

La última gran diferencia entre ahorro e inversión la encontramos en lo que hemos denominado el «triángulo de la microeconomía».

Para ello, se relacionan tres aspectos fundamentales de la microeconomía: riesgo, liquidez y tiempo. Y la rentabilidad te ayudará a comprender cómo se comportan las dos modalidades en función de ellos.

El ahorro tiene un riesgo casi inexistente, en cambio en la inversión varía. Este riesgo en la inversión puede disminuirse o incrementarse dependiendo del plazo escogido para finalizar la operación (los fondos a corto plazo son los más volátiles, y los de a largo son más arriesgados).

En cuanto a la liquidez, cuando ahorramos el dinero podemos escoger un fondo bastante líquido, pero en las inversiones tienen este valor muy restringido, ya que debemos esperar el tiempo acordado. 

Con respecto al tiempo, una disminución del tiempo trae consigo un aumento de la liquidez, pero también puede alterar al riesgo. 

Como conclusión, las diferencias entre ahorro e inversión se basan en la relación del riesgo y la rentabilidad, puesto que se pueden personalizar en función de las necesidades, objetivos y perfil de la persona que aporta el capital. Y, sobre todo, lo mejor es tener claro qué uso se le quiere dar al dinero y qué se espera obtener de este.

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